¿Alguna vez has mirado un gráfico de mercado y pensado, qué demonios acaba de pasar? Los precios suben un día, bajan al siguiente, y los inversores quedan confundidos.
Si alguna vez has reservado unas vacaciones con meses de antelación solo para asegurar el precio del vuelo, ya entiendes la idea de los derivados. En los mercados, funcionan igual.
Imagina esto: es temprano en la mañana, café en mano, y los traders de todo el mundo están pendientes de sus pantallas. Un número está a punto de publicarse. Podría ser la última cifra de inflación. Podría ser el informe mensual de empleo. En cualquier caso, en cuestión de segundos aparecerá en los titulares de las noticias. Y, así de rápido, los mercados podrían dispararse, tambalearse o volverse caóticos.
A veces ocurre algo cuando estás operando. Profundizas en los estados financieros de una empresa, revisas las ganancias, lees las noticias. Todo parece alinearse. En papel, todo parece sólido.
Vamos a ser realistas. El mercado puede ser como una montaña rusa. Un momento estás en la cima, y al siguiente estás viendo las líneas rojas apiladas en tu pantalla. Durante esos momentos volátiles, ¿no sería útil tener algunos rendimientos constantes en tu portafolio, algo un poco menos... inestable?